
Rutas olvidadas de Colombia en moto
Viajar en moto por Colombia es una experiencia vibrante, cargada de contrastes y paisajes que quitan el aliento. Pero más allá de las rutas conocidas como la Troncal del Caribe o la vía Medellín-Bogotá, existe un país secreto que espera ser recorrido sobre dos ruedas: las rutas olvidadas. Tramos rurales, carreteras terciarias y caminos con historia que muy pocos se atreven a explorar, pero que regalan vivencias únicas.
¿Qué hace especial a una ruta olvidada? No son autopistas modernas. Muchas veces son caminos de tierra, con curvas cerradas, pequeños pueblos detenidos en el tiempo y vistas que no encontrarás en ningún tour convencional. Están llenas de cultura local, de comida auténtica y de historias que solo los moteros pueden descubrir de primera mano.
Ruta 1: Vía Soatá – Cocuy (Boyacá) Un trayecto que conecta los valles secos de Boyacá con la majestuosidad del Parque Nacional El Cocuy. Pocas motos se ven aquí, pero los paisajes son de postal: montañas nevadas, pueblos coloniales como El Espino y un aire tan limpio que parece recién creado.
Ruta 2: Quimbaya – Filandia – Salento (Eje Cafetero) Una alternativa menos turística que la vía Armenia – Salento. Aquí recorres fincas cafeteras, atraviesas guaduales y serpenteas colinas verdes con aroma a café. Ideal para motos de cilindraje medio o doble propósito.
Ruta 3: La Jagua – El Tarra – Convención (Norte de Santander) Un camino para los verdaderos aventureros. No es fácil, pero conecta zonas rurales donde la moto es el principal medio de transporte. Podrás acampar junto a ríos y aprender de la cultura campesina del Catatumbo.
Equipamiento recomendado
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Motos tipo trail o doble propósito con buen torque.
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Maletas laterales resistentes al agua.
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GPS offline y mapas físicos (no siempre hay señal).
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Kit de herramientas, hidratación y primeros auxilios.
Tips para explorar rutas olvidadas
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Siempre informa tu ruta a alguien de confianza.
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Evita viajar de noche.
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Revisa el clima y el estado de las vías antes de salir.
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Lleva efectivo en billetes pequeños: muchos pueblos no tienen datáfonos.
Conclusión Las rutas olvidadas no están en los mapas turísticos, pero sí en el corazón de quienes buscan algo más que kilómetros recorridos. Son caminos que te devuelven el sentido del viaje, que conectan con lo esencial y que se graban en la memoria como los mejores trayectos de tu vida.